domingo, 18 de noviembre de 2012

Jornadas de Filosofía de la Historia, programa 2012


Jornadas: La actualidad de la filosofía de la historia. Pensar el pasado hoy
Se realizarán los días: 29 y 30 de noviembre de 2012, de 9 a 18 hs., en la Sala B del Centro Científico y Tecnológico La Plata, Calle 8 N° 1467 (entre 62 y 63), La Plata.
Se otorgarán certificados de asistencia a quienes lo requieran. No hace falta inscripción previa.
Cambios el día viernes:
La exposición de S. Manzo se dará en la mañana (11 hs.), en lugar de la de P. Buchbinder, que se dará a la tarde (15 hs.).




El programa podrá estar sujeto a cambios que se anunciarán en el mismo lugar de las Jornadas


JUEVES 29 de Noviembre
Apertura: 10.00 hs.
Presentación de las Jornadas a cargo de la Dra. Rosa Belvedresi
10.15 hs.
Alberto Damiani (UNR-CONICET)
"La actualidad política del conocimiento histórico en Giambattista Vico"
11.30 hs. Receso
11.45 hs.
Analía Melamed (UNLP)
De una experiencia artística del tiempo a un concepto de historia. Proust, Benjamin, Sebald”
13.00 hs: Almuerzo
14.00 hs.
Martin Sisto (UNGS-UBA)
“El concepto hegeliano de ‘astucia de la razón’ y las consecuencias para la filosofía de la historia de la ruptura con la razón práctica aristotélica”
15.15 hs: Receso
15.30 hs.
Daniel Brauer (UBA-CONICET)
“En torno a la noción de “experiencia histórica”: la discusión contemporánea y su conceptuación en la obra de Koselleck y Ankersmit”
17 hs. Cierre 
VIERNES 30 de Noviembre
Apertura: 9.30 hs:
Ana Barletta (UNLP)
“Apertura de un espacio institucional para la Historia y la Memoria. Desafíos de un campo problemático”
10.45 hs: Receso
11.00 hs.
Pablo Buchbinder (UBA-CONICET)
“Ciencia y política en tiempos de entreguerras: el caso de la institución cultural argentino-alemana” (pasa a las 15, cambia por Manzo)
12.15 hs: Receso
12.30 hs.
Esteban Lythgoe (CONICET)
"La convergencia de la historia y el psicoanálisis en Paul Ricoeur"
13.45: Almuerzo
15.00 hs.
Silvia Manzo (UNLP-CONICET)
“La metodología de la historia de la filosofía y sus conexiones con la historia de las ideas y  con la historia intelectual” (pasa a las 11, cambia por Buchbinder)
16.15 hs: Receso
16.30 hs.
Rosa Belvedresi (UNLP-CONICET)
“Sobre los usos y abusos de las categorías de “trauma” y “sublime” en la filosofía de la historia contemporánea”
18:00 hs: Cierre

miércoles, 3 de octubre de 2012

Para completar el tema del testimonio que hemos discutido en la última clase, les paso las siguientes recomendaciones, accesibles vía web:

Video en youtube de Primo Levi volviendo a Auschwitz:

Primo Levi, back to Auschwitz (Part 1 of 2)
Primo Levi, back to Auschwitz (Part 2 of 2)

Direcciones de archivos audiovisuales de testimonios de las víctimas del Holocausto, se pueden ver para tener en cuentas las modalidades de presentación del testimonio, las similitudes y las estrategias visuales que se ponen en juego:




Y para el caso de Argentina:



miércoles, 29 de agosto de 2012

Jornadas de discusión - Filosofía de la Historia

Jornadas: La actualidad de la filosofía de la historia: pensar el pasado hoy
Las jornadas se proponen presentar un panorama sobre las principales discusiones que tienen por objeto la comprensión del pasado y el estado actual de la filosofía de la historia contemporánea. Como objetivo central, se habrán de abordar las cuestiones que resultan relevantes para pensar hoy los modos diversos en que las sociedades construyen sus vínculos con el pasado, entendiendo al “pasado” como una dimensión histórica compleja cuya naturaleza no puede pensarse sin ponerla en consideración con las de presente y futuro. Si bien no se desestiman abordajes epistemológicos que privilegien el análisis de la “operación historiográfica”, este espacio se propone una reflexión sobre un aspecto central de la vida humana: la condición histórica, que es más amplia que (y anterior a) la delimitación de una disciplina científica.
Fecha de realización:
29 y 30 de noviembre 2012
Lugar:
CCT La Plata, Sala D (8 y 64)
Participarán como expositores:
A. Damiani (UNR), J. Lulo (UBA -a confirmar). M. Sisto (UNGS), E. Lyttgoe (CONICET), A. Melamed (UNLP), P. Buchbinder (UBA), R. Belvedresi (UNLP), D. Brauer (UBA -a confirmar), S. Manzo (UNLP)
El evento estará abierto al público interesado. Más cercano a la fecha se publicará el programa de las actividades.
Dra. Rosa Belvedresi
Directora proyecto: "El presente del pasado: dimensiones de la conciencia histórica"

martes, 17 de julio de 2012

Shoah en Encuentro

El Canal Encuentro emitirá los lunes a las 23 (comenzó el lunes 16/7) el film Shoah en cinco emisiones (para repeticiones en otros días y horarios, ver página del canal: www.encuentro.gov.ar
Se trata de un material testimonial que ha generado un enorme impacto y ha sido objeto de múltiples análisis.

miércoles, 4 de julio de 2012

semana del 10/7, últimas clases

La semana del 10 de julio la cátedra dictará clases. En el horario de teóricos, discutiremos el texto de LaCapra indicado en la bibliografía y también trabajaremos con algún material audiovisual. El prof. Ercoli dictará los prácticos también esa semana en los horarios correspondientes, para tratar el texto de Lorenz. Por cualquier duda, contactarse a catedrafilohistoria@gmail.com o al mail particular de Adrián.

martes, 26 de junio de 2012

Segundo parcial

En la clase del 26 de junio se entregará el temario del 2° parcial (domiciliario).
La fecha límite de entrega es el 13/8/2012 por mail.
Cualquier duda, consultas a catedrafilohistoria@gmail.com

Lecturas complementarias sobre memoria

Para la clase del 3/7, en la que se van a discutir dos textos breves (Calveiro y Levi), se recomienda la lectura  de al menos algunos de los textos que aparecen en los siguientes links, con el objeto de enriquecer la discusión:


Texto de R. Belvedresi sobre la literatura “testimonial”
Reportaje a H. Sábato
Columna de T. Todorov sobre su visita a Argentina

viernes, 15 de junio de 2012

El Instituto Dorrego: La discusión por la historia


Con idea de que pueda ponerse en contexto concreto la discusión acerca de la verdad y objetividad históricas, y las implicancias de orden práctico-políticas que acarrea, les cuelgo abajo algunos links vinculados a la discusión sobre el Instituto Revisionista creado por la presidenta Kirchner:

Nota central de A. Jaramillo
Subnotas (a la derecha): Wischñevsky y Chiaramonte

Nota de J.M. Palacio

El documento crítica suscripto por historiadores

El decreto de creación del I. Dorrego

martes, 12 de junio de 2012

¿Qué significa recordar?

Les recuerdo que pautamos para el 19/6 la discusión de las respuestas a la pregunta ¿Qué significa recordar?. Les había recomendado que para empezar a pensar el tema, pueden pasar por algún diccionario (de la lengua y de filosofía), revisar alguna bibliografía de los autores que hayan leído y que mencione el tema de la memoria (Platón, Locke, Hume, etc.) o alguna obra literaria que los invite a reflexionar. Piensen en escribir no más de dos carillas, a 1 1/2 espacio, fuente Arial 11, márgenes de 3 cm., puede ser menos, pero no más. Para recibirlas, y poder leerlas, les pido que las entreguen a más tardar el sábado anterior, 16/6, al mail: catedrafilohistoria@gmail.com. Como siempre, si alguien no quiere ser públicamente comentado, por favor, avisar. Por supuesto, ninguna cita (salvo alguna referencia en el texto).

Bibliografía 2° parte



Bibliografía 2° parte: Sobre la cual se tomará el parcial domiciliario

-Teóricos:
5/6: Benjamin, W.: “Tesis de la filosofía de la historia” (en: Ensayos escogidos)
12/6: Feierstein, D.: “Unicidad, comparabilidad y narración. Apuntes sobre método, teoría y política a propósito del genocidio nazi” (cap. IV de El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina)
12/6: Ankersmit, F.: “Seis tesis sobre la filosofía narrativista de la historia” (Historia y tropología)
19/6: Ricoeur, P.: “La memoria herida y la historia” (La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido, cap. 3)
26/6: Todorov, T.: Los abusos de la memoria
3/7: Calveiro, P.: “Sobrevivencia, trivialización y memoria”, último cap. de Poder y  desaparición
3/7: Levi, P.: “El recuerdo de los ultrajes”, cap. I de Los hundidos y los salvados
10/7: LaCapra: "Testimonios del Holocausto: la voz de las víctimas" (En: Escribir la historia, escribir el trauma)
-Se incluyen también, discutidas en la primera parte:
   Foucault, M.: Nietzsche, la genealogía, la historia
   Nietzsche, F.: La genealogía de la moral
-Prácticos:
White, H.: “El texto histórico como artefacto literario” (en: ídem)
Lorenz, K.: “Conocimiento histórico y realidad histórica: una defensa del ‘realismo interno’”
Carr, D.: “Narrativa y el mundo real: un argumento para la continuidad”
-Auxiliar:
Jelín, E.: “Historia y memoria social” (Los trabajos de la memoria, cap. 4)
-“La narrativa personal de lo ‘invivible’”, en: Historia, memoria y fuentes orales
Ricoeur, P.: “Tiempo y narración. La triple ‘mímesis’” (Tiempo y narración, Tomo 1)
Sazbón, J.: “La ‘nueva’ filosofía de la historia. Una sinopsis”
Todorov, R.: “La conservación del pasado”, (cap. 3 de Memoria del mal. Tentación del bien)
Tozzi, V.: Introducción a White, H.: El texto histórico como artefacto literario
Yturbe, C.: “El conocimiento histórico”, (Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía)

jueves, 31 de mayo de 2012

Lecturas y clases próximas

Tal como habíamos quedado, el 5 de junio avanzaremos con el programa, y dedicaremos parte de la clase a responder consultas sobre el primer parcial (en la otra entrada está listada la bibliografía obligatoria).
Se indicó la lectura de las Tesis de la filosofía de la historia, de W. Benjamin para el 5 de junio.
Y para la semana siguiente: martes 12/6:
-Ankersmit, F.: “Seis tesis sobre la filosofía narrativista de la historia” (de: Historia y tropología)
-Feierstein, D.: “Unicidad, comparabilidad y narración. Apuntes sobre método, teoría y política a propósito del genocidio nazi” (cap. IV de El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina)
Entretanto, con relación a la pregunta "¿Qué es recordar?", vamos a posponer su discusión para la clase del 19/6, de modo que cambiamos la fecha de entrega de quienes quieran participar, les pido que la envíen por mail hasta el sábado 16/6 a: catedrafilohistoria@gmail.com
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
BIBLIOGRAFÍA PARA 1ª  PARTE (a evaluar en el 1° parcial semana del 4 al 8 de junio 2012):

-Prácticos (bibliografía obligatoria)
Kant, I.: “Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita”
-“Reiteración de la pregunta acerca de si el género humano se halla en constante progreso hacia lo mejor”
Hegel, G.W.F.: Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Introducción general
Marx, K.: Manuscritos de economía y filosofía (en especial 1º y 3º)
----: Introducción general a la crítica de la economía política

-Teóricos (bibliografía obligatoria)
Koselleck, R.: “Historia magistra vitae”, en Futuro pasado
Kant: Sobre la paz perpetua
Löwith, K.: Historia del mundo y salvación, Introducción
Blumenberg, H.: La legitimación de la edad moderna, cap. III “El progreso desenmascarado como destino”
Nietzsche, F.: Segunda consideración intempestiva
Foucault, M.: Nietzsche, la genealogía, la historia
 
-Auxiliar
Brauer: “La filosofía idealista de la historia”, en Filosofía de la historia, Tomo V de la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía
Estiú, E.: “La filosofía kantiana de la historia”, prólogo a Kant, I.: Filosofía de la historia (ed. Nova)
Marcuse, H.: Razón y revolución, I.7 (La filosofía de la historia); II.1.4 (Marx: el trabajo alienado)
R. Aramayo: “La filosofía kantiana de la historia: una encrucijada de su pensamiento moral y político”, cap. 8 de Crítica de la razón ucrónica.

jueves, 17 de mayo de 2012

Nueva pregunta: ¿Qué significa recordar?

Siguiendo con la actividad que nos planteamos a propósito de la pregunta "¿Quién hace la historia?", vamos a retomar algo parecido. Planteamos ahora una nueva pregunta: "¿Qué significa recordar?".
Para empezar a pensar el tema, pueden pasar por algún diccionario (de la lengua y de filosofía), revisar alguna bibliografía de los autores que hayan leído y que mencione el tema de la memoria (Platón, Locke, Hume, etc.) o alguna obra literaria que los invite a reflexionar. Piensen en escribir no más de dos carillas, a 1 1/2 espacio, fuente Arial 11, márgenes de 3 cm., puede ser menos, pero no más. Fijamos como fecha de discusión el 12/6, para recibirlas, y poder leerlas, les pido que las entreguen a más tardar el sábado anterior, 9/6, al mail: catedrafilohistoria@gmail.com. Como siempre, si alguien no quiere ser públicamente comentado, por favor, avisar. Por supuesto, ninguna cita (salvo alguna referencia en el texto).

El texto que leí en Orbis Tertius

La literatura como relato alternativo sobre el pasado

Rosa E. Belvedresi (UNLP - CONICET)
Versión borrador, parcialmente leída en el Congreso Orbis Tertius (mayo 2012, La Plata)

Plantear la relación entre historia y literatura no parece suponer un punto de partida demasiado original, pues el vínculo entre ambas ha sido objeto recurrente de análisis, tanto desde la teoría de la historia como desde la teoría literaria. Hay algunas cuestiones, sin embargo, que me interesan remarcar en el contexto de este trabajo. Empiezo por una constatación sencilla: las denominadas “narrativas históricas” están en los primeros puestos entre los libros más vendidos en el mercado argentino, así como ocupan un lugar visiblemente destacado en cualquier librería que pueda visitarse. Estas narrativas no se ocupan solamente del pasado reciente, es decir, no tienen por tema exclusivamente una porción del devenir histórico que, en alguna medida, forma parte de las vivencias del lector, sino que en muchos casos relatan hechos que se pretenden sucedidos en el siglo XIX, en los albores de lo que hoy es nuestro país. Entre ellos se pueden ubicar textos más definidamente de “ficción”, en los que la ubicación en el pasado es sólo una excusa para narrar una historia en la cual el contexto históricamente aludido (las guerras por el avance de la frontera frente el indio, por dar un ejemplo) forma parte, simplemente, del trasfondo de lo que está siendo contado. En estos casos, la precisión de la reconstrucción del escenario histórico en el los sucesos narrados se ubican permite darle credibilidad a la narración. Para esos relatos, la historiografía, la historia científica, oficia de autenticadora de la información que conforma el escenario en el cual las peripecias de los personajes se desarrollan.

A mí me interesan otro tipo de narrativas históricas, aquellas en las que su propia construcción entabla una relación particular con la historia científica, una relación de discusión y de confrontación, de disputa finalmente acerca de la potestad de la primera para hablar del pasado. En tal sentido, considero importante tener en cuenta dos puntos básicos sobre los que se suele plantear las discusiones entre una y otra: 1) la disputa verdad - ficción; y 2) la oposición objetividad - punto de vista interesado[1].

La primera cuestión ha sido central en los desarrollos de la filosofía de la historia desde la aparición de Metahistory de H. White en 1973, por citar una fecha, (aunque puede identificarse su pre-existencia en la llamada filosofía analítica de la historia). La diferenciación clásica entre relatos históricos y relatos literarios se funda en que los últimos serían relatos de ficción. H. White discute esta caracterización y pone de manifiesto que el relato historiográfico también responde a una “poética” de la imaginación histórica, de manera tal que parece difícil sostener la simple dicotomía según la cual: “la diferencia entre ‘historia’ y ‘ficción’ reside en el hecho de que el historiador ‘halla’ sus relatos, mientras que el escritos de ficción ‘inventa’ los suyos”[2].

Por su parte, L. Mink analiza las narraciones en términos de su “función cognitiva”, es decir, la capacidad de síntesis que poseen y que posibilita el ejercicio de una “comprensión configuracional”. Las descripciones de los sucesos no son el material crudo a partir del cual se construyen las narrativas, más bien, dichas descripciones son una abstracción de una narrativa. Que algo cuente como un “suceso” no depende tanto de su definición aislada sino de la particular construcción narrativa en la que se inserta. Mink incluso avanza más al señalar la incompatibilidad entre el concepto de narrativa y el de representación histórica; pues, para hacer compatibles ambos, haría falta sostener la idea de la Historia Universal, es decir, la idea de que hay una realidad histórica determinada que es el referente para todas nuestras narrativas de lo que realmente ocurrió, la Historia Universal permanecería así como el relato no contado al que las narrativas históricas se aproximan[3]. De aquí no se siguen tesis negacionistas acerca de que el pasado no ocurrió, sino más bien que el pasado puede hacerse inteligible sólo como sujeto de los relatos que contamos.

La discusión de la dicotomía tradicional historia/literatura ha sido también cuestionada por P. Ricoeur quien en Tiempo y narración (1983-85) sostiene la tesis de la “identidad estructural entre historiografía y relato de ficción”[4].

               Siguiendo en la línea de estos intentos de hacer más notorio el elemento ficticio que informa los relatos que hablan del pasado, hay que recordar que toda hipótesis interpretativa (que son el contenido de los libros de historia) supone una puesta en consideración de cierta información empírica al servicio de una lectura que nos dice que consideremos ese texto como si así hubieran ocurrido los sucesos allí descriptos. En los textos historiográficos ese “como si” permanece elidido en la narración, la que parece así desprenderse casi directamente de la evidencia empírica. En paralelo, el “como si” queda asociado a la “pura” ficción literaria.

               Elegí para considerar dos textos que son ambos objetos recurrentes de análisis por considerarse ejemplos de un tipo particular de literatura practicada por escritores “comprometidos”. Ambos parten de hechos cuya ocurrencia puede ser fácilmente corroborada según los datos que nos brinda la información histórica: Castelli muere en 1812, mientras es sometido a juicio por el Trinvirato, aquejado por un cáncer de lengua. El cadáver de Eva Perón fue robado durante la “Revolución Libertadora” de 1955 por el coronel Carlos Moori Koenig, siguiendo órdenes del Gral. Aramburu. Rivera construye su relato a partir de unos cuadernos que, supuestamente, habrían pertenecido a Castelli, licencia literaria que le permite “hacer hablar al personaje” [5]. Walsh organiza su relato a partir de una conversación, que habría efectivamente tenido lugar, con el coronel Moori Koening[6]. 

               El que se trate de textos “literarios” se hace evidente en su propia presentación, en la medida en que faltan las referencias precisas a las fuentes de las que se toma la información que les da contenido. Mientras un texto de historia debe dar cuenta inevitablemente del origen de los datos que utiliza, el texto literario toma una situación cuya existencia está fuera de duda para el lector, y a partir de allí propone una descripción que nos permite pensar en lo sucedido sin estar atados a la rigurosidad de lo que las fuentes expresan. Más todavía, el texto literario encuentra su razón de ser allí donde el de historia no puede escribirse, porque no hay datos o porque se permite ir más allá de lo que los datos disponibles permiten inferir.

               Pero hay, también, otro sentido en el que estos textos literarios ocupan un lugar que la historia no puede reclamar: ellos pueden describir, hacer visibles aspectos de la realidad pasada que no son objeto de investigación histórica, por considerar que atentan contra la “objetividad” científica. Ellos permiten al lector imaginar, pensar, pasados alternativos, todos igualmente posibles puesto que no hay datos que los refuten. Pero esos pasados son alternativos también porque disputan la interpretación histórica aceptada, la de la linealidad causal, la de los grandes hombres y las grandes empresas. Frente a ella, rescatan la mirada del vencido, del otro, pero también de lo otro (la enfermedad, el cadáver, los vómitos) los deshechos, que resultan un material impuro para el ejercicio de la comprensión histórica tradicional. 

               En el marco de este análisis no me interesa la figura de los autores de los textos que voy a considerar (autores que tienen cierta visión de la escritura), sino más bien algunas cuestiones que los textos expresan y que me permiten mostrar que se trata de textos que hablan del pasado, de un modo en que la historia no sólo no lo haría sino que es, justamente, el modo en que no podría hacerlo. Así, no me preocupa tanto si los textos al hablar del pasado hablan del presente (cuestión inevitable, después de todo), sino el modo en el que, efectivamente, hablan del pasado.

Como decía, el elemento que suele señalarse como central para distinguir entre historia y literatura es el carácter “ficticio” de la segunda, frente a la pretensión veritativa de la primera. Pero esta distinción es confusa porque parece suponer que la ficción se opone a la verdad, o, lo que es lo mismo, que la ficción es la falsedad deliberada[7]. Tal dicotomía expresa un empobrecimiento de las posibilidades de aproximarse al mundo de formas diferentes a las asociadas a la actividad científica. De manera tal que las diversas alternativas estéticas de tratar con el mundo, de darle sentido, o de cuestionar aquél con el que se nos aparece, quedarían relegadas al ámbito de la mera ilusión, de la fantasía. Siguiendo algunas ideas de Saer, puede decirse que este enfoque es poco productivo: “no se escriben ficciones para eludir, por inmadurez o irresponsabilidad, los rigores que exige el tratamiento de la ‘verdad’, sino justamente para poner en evidencia el carácter complejo de la situación, carácter complejo del que el tratamiento limitado a lo verificable implica una reducción abusiva y un empobrecimiento… [la ficción] no es la claudicación ante tal o cual ética de la verdad, sino la búsqueda de una un poco menos rudimentaria”[8].

               Las narraciones que voy a analizar pueden considerarse construcciones textuales que parten de supuestos “testimonios”: las palabras de los testigos. En un caso, se trata de los cuadernos que Castelli habría escrito ya cuando el cáncer no lo dejaba hablar; en el otro, se trata del testigo a quien el narrador entrevista y que mantiene un secreto que éste intenta develar. En cada texto el testigo ocupa roles distintos, Castelli, voz que a veces habla en primera persona y a veces es hablada por el narrador que nos dice lo que va escribiendo, haciendo o pensando, habla de algo que no termina de entender. Es un actor histórico para quien la historia ha pasado sin resultarle clara ni evidente la dirección que ha tomado. Las condiciones de su acción, así como sus resultados constituyen elementos sorpresivos que lo han “asaltado” a él y a otros, y los han colocado en cierto lugar en el que no han decidido estar. Mientras Castelli intenta hablar de aquello que quiere entender, o que quiere dejar escrito, el coronel mentado por Walsh, es un testigo que sabe algo que no quiere develar pero además, también, percibe que el curso de los acontecimientos ha cobrado un giro inesperado, y lo amenaza.

               En ambos textos es insistente la presencia de los muertos, claramente en el caso del relato de Walsh, pero también en el de Rivera. Los muertos son las huellas que el paso de la historia ha dejado, y sobre esos muertos ejercen su poder los vivos, los que han ordenado su muerte o los que se han beneficiado de ella. El propio Castelli es, casi, un muerto (militar y civil, pues está siendo juzgado, y biológico porque su cáncer avanza rápidamente). Los muertos resultan, así, los personajes centrales de la historia, y no su residuo. La historia en estos relatos no es una sucesión de triunfos que linealmente desenvuelven una teleología inevitable, esa comprensión de la historia es válida sólo para aquellos a los que resulta conveniente. Para los otros, los traicionados por la Revolución, en un caso, los que sufren ultrajes y cuya herencia es ocultada y retaceada, en el otro, la historia es un conjunto de restos dispersos que son permanentemente excluidos de las grandes teorías historiográficas, pero en cuya comprensión se juega la disputa por el sentido, un sentido que no está dado para siempre sino que requiere ser construido y encarnado en aquellos a los que la historia oficial (el “historicismo” del que habla Benjamin) han dejado sistemáticamente de lado. De tal manera, estos relatos literarios también formulan descripciones que se pretenden verdaderas, pero que son verdaderas de otra manera, citando nuevamente a Saer: “sin estar de ninguna manera obligado a plegarse a la estética del realismo, el escritor debe introducir, a su modo, en la relación del hombre con el mundo, el principio de realidad, que desbarata el conformismo enfermo de la ideología e intenta dar una visión más exacta del universo”[9].

Castelli, se pregunta “para qué sirve mirar lo que  no se puede cambiar” (p.23), y se responde: “La historia no nos dio la espalda: habla a nuestras espaldas” (24); pasado el furor de mayo de 1810, en el juicio, Rivera nos dice que “Castelli sabe, ahora, que el poder no se deshace con el desplante de un orillero. Y que los sueños que omiten la sangre son de inasible belleza” (33). Castelli no habla en el juicio, pero ha comprendido que el rechazo de la enseñanza de San Agustín (“La misión de la iglesia no es liberar a los esclavos, sino hacerlos buenos”, 37) y en cambio “defender la verdad. La suya al menos” (37), de la libertad e igualdad de los indios como hombres, es lo que está siendo enjuiciado. Lo sabe, lo ha entendido, pero  no habla (no escribe) esa verdad. Se mantiene al margen de esa historia que escriben los poderosos, los que se han apropiado de la lucha de los revolucionarios de mayo, los que no aceptarán nunca poner en duda la religión y el sistema político que les garantiza sus negocios. Reconoce que la Primera Junta “y su ejército” “no supieron” luchar contra el poder establecido, o peor aún, lo “respetaron” (78). Su cáncer de lengua es entonces una metáfora, no es el cáncer lo que le impide hablar, sino los poderosos los que le han cortado la lengua: “Ustedes me cortaron la lengua. ¿Por qué? Ustedes tienen miedo a la palabra” (46). Pero también ha quedado solo “Compañeros, soy Castelli… No me dejen solo, compañeros, en esta pelea. ¿Dónde están, compañeros? ¿Dónde, que tengo tanto frío?” (48). El suyo es el destino de aquellos otros revolucionarios, “demócratas furiosos, hambrientos de sangre y pillaje” que los ha conducido al fracaso, la soledad y la muerte. Castelli, el “orador de la Revolución”, el “joven profeta iracundo”, uno de “los empiojados” (96), contempla el fin de su sueño, la victoria permanente de los poderosos.

Los muertos pueblan ambos relatos. Los muertos propios, y los de los otros. La Revolución de mayo está lejos de ser una gesta patriótica limpia y “civilizada”, después de todo: “La Revolución… se hace con palabras. Y con muerte”, pero también, al matar (que es el instrumento del orden establecido) “la revolución se pierde” (46). La Revolución se ha perdido: “No hay nada detrás de nosotros; nada, debajo de nosotros que nos sostenga. Revolucionarios sin revolución: eso somos. Para decirlo todo: muertos con permiso. Aun así, elijamos las palabras que el desierto recibirá: no hay revolución sin revolucionarios” (53). De la realidad sólo se escriben algunas cosas, las que pueden servir para ensalzar a los señores “expectables”, pero no se habla de sus vidas ocultas, en las que se desdicen de lo que juran en las misas y en la Iglesia. En eso que no se escribe también está la revolución traicionada: “Un país de revolucionarios sin revolución se lee en aquello que no se escribe” (78). Así, se pregunta: “¿qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad?... Escribo la historia de una carencia, no la carencia de una historia” (56). Pero la escritura, en la que se ha refugiado Castelli, tampoco garantiza nada, “porque las palabras… traicionan al recuerdo. Y si el recuerdo se traiciona a sí mismo, la escritura traiciona al recuerdo” (76).

Su derrota, su soledad, y finalmente su muerte no son excusa en la novela para defender la inamovilidad y justificar el orden existente. Más bien lo contrario, las palabras de Castelli, a pesar del dolor y la frustración que expresan, trasuntan otra verdad, y es que el orden existente en mayo de 1810 es injusto, porque niega la verdad fundamental de la igualdad entre los hombres, oculta la iniquidad de una sociedad fundada en el poder que da el dinero. Esa estructura injusta es la que expresa Rivadavia, quien, finalmente, obtendrá los beneficios de la revolución, pero por caminos que no fueron los que algunos de los revolucionarios se propusieron (97), después de todo hay un “intransferible y perpetuo aprendizaje de los revolucionarios: perder, resistir. Y resistir. Y no confundir lo real con la verdad” (130). Esta última expresión podría leerse como la refutación de la famosa afirmación hegeliana “lo real es racional / lo racional es real”, lo real no es la verdad, es sólo lo existente, lo que ha vencido, pero la verdad está en otro lado, entonces, ¿del lado de los que han sido vencidos?[10]

Lo real es el orden, un orden injusto frente al cual se planta Castelli, sus enemigos (Saavedra y Álzaga, “realistas solapados”) expresan ese orden que “perpetúa la desigualdad, como si el orden que perpetuase la desigualdad fuese un mandato divino” (141). El orden existente es injusto, ésa es la verdad, y es “escandalosa… Lo demás es aflicción inútil, retórica inútil”. Para Castelli la revolución, como la muerte, “es un sueño eterno” (125, 150).

El relato de Walsh asume un riesgo interesante, contar con la voz de un testigo para quien el narrador no dispensa ninguna simpatía. Una voz que expresa, también, la morbosidad que le despierta un cadáver, un sentimiento necrofílico cuya valoración negativa es independiente del punto de vista político que expresa quien lo manifiesta. Ese testigo tampoco sabe bien qué dirá la historia, puesto que él no va a escribirla “algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted”, le dice al narrador. Aun cuando nadie entienda su papel, el coronel dirá “yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?”

Castelli y el coronel comparten una misma idea: la historia la escriben los que ganan, pero mientras Castelli se sabe del lado de los vencidos, el coronel espera que la historia lo ponga en un lugar relevante, después de todo ha cumplido su deber de obediencia con los representantes del orden, ha hecho lo que tenía que hacer. Claro que su deber fue hacer “el trabajo sucio”, pero igualmente está convencido de que ha contribuido a la marcha de la historia. El narrador lo presiona para que le diga dónde está el cadáver de “esa mujer” “¡yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre coronel!”. “Cuando llegue el momento… usted será el primero…”, replica el coronel. Pero no da la información, tampoco importa para el relato o para el lector. El texto de Walsh no está escrito para fundamentar una búsqueda historiográfica, sino para expresar, también como en Rivera, la persecución de un sentido, la comprensión de un aspecto inasible de la verdadera realidad, que no describen los libros de historia.

Ambos relatos, entonces, exhiben las complejidades del pasado, lo abordan en maneras que la historia tiene vedadas (de ahí el oxímoron que para algunos contiene la expresión “novela histórica”). Abren lo no dicho, rompen los estereotipos, dejan en evidencia la verdad oculta tras las apariencias: los hombres “expectables” de los que habla Castelli se acuestan con mujeres que no son sus esposas, esclavizan a otros seres humanos, roban y ocultan un cadáver, matan sólo guiados por su ambición. Mientras la literatura los deja al descubierto, la historia los oculta bajo descripciones pretendidamente objetivas y desinteresadas.



[1] Sobre esta cuestión véase De Diego, J. L.: “Sobre las novelas de Andrés Rivera (1982-1996); Orbis Tertius, 1997, II (5),
[2] Metahistory, pp.17-18.
[3] Mink, L.: “Narrative Form as a Cognitive Instrument”, 1978
[4] Ricoeur, (p.41).
[5] Rivera, A.: La revolución es un sueño eterno, Buenos Aires, Alfaguara, 1993.
[6] Walsh, R.: “Esa mujer”, se cita por su versión online en: www.literatura.org/Walsh/rwmujer.html
[7] A la vez que también oculta el elemento de ficción que compone los textos historiográficos, que ya señalé antes.
[8] Saer, El concepto de ficción, 11-12. También: “la primera exigencia de la biografía, la veracidad, atributo pretendidamente científico, no es otra cosa que el supuesto retórico de un género literario” (10), y: “podemos definir a la ficción como una antropología especulativa” (16).
[9] Saer, Literatura y crisis argentina, p.126.
[10] No puede evitarse la vinculación también con la famosa afirmación de Perón: “la única verdad es la realidad”, la que también estaría siendo criticada por el Castelli de Rivera.